Temo pues que hoy en día nos encontramos inmersos en un mundo de romances y relaciones, con sus respectivas excepciones, concebidos más que por amor, por la mera necesidad de mutua compañía, aprobación y reconocimiento, con algún toque de resignación.
Continuamente me he rehusado a adquirir este pensamiento como una verdad, y al día de hoy lucho y creo firmemente que así no es, sin embargo no he optado por esta opción por un exceso de pruebas, por demostraciones evidentes y continuas, sino por la pura y mera fe que tengo en Dios. Creo que Él ha pensado desde un inicio en un plan perfecto y bueno para la vida de cada uno de nosotros. En este plan no caben amores mediocres y de medias tintas. No caben romances baratos y vacios, que no sacian y que dejan la constante sensación de una mal correspondencia. Caben historias perfectas en tiempos correctos de amores maduros, moldeados por la sabiduría que trae la convivencia y el mutuo entendimiento. Caben historias llenas de detalles encantadores adaptadas para cada personalidad, historias que a diferencia de los amores de películas, mejoran con los años, con la experiencia, con la construcción de un futuro en conjunto…que si bien no cuentan con el completo entendimiento de cada actitud desde un inicio, sí con el amor para tolerar y esperar lo que sea que venga. Dios no ha podido tomarse tantas molestias y retener tantas veces su ira para que aquellos que le amamos terminemos conformándonos con lo poco que creemos que QUIZÁS recibiremos.
Dios es perfecto en cada uno de sus detalles, en cada uno de sus planes…todo lo va tejiendo como una exacta y precisa telaraña, la cual reúne entre sí todas las peticiones y oraciones llenas de fe y convicción, creando un mundo que si bien está lejos de ser perfecto, refleja constantemente infinidad de milagros acumulados en los lugares menos esperados. Cierto es “donde abunda el pecado sobreabunda la gracia”.
Es verdad, el ser humano ha llegado a nuevos puntos bajos, a categorías aún más inferiores, como compitiendo contra sí mismo por alcanzar un mínimo máximo, donde las irregularidades abundan, la corrupción corroe, donde hasta su mismo entorno se queja. Sin embargo, hoy más que nunca hay gente convencida de que Jesucristo es el camino, la verdad y la vida. Nunca antes había existido tanta fe en Dios, en Su perfecto plan, en el sacrificio perfecto que dio su Hijo con la única y gran finalidad de acercar a la humanidad a Sí mismo.
Y es así como aumenta la fe…no creyendo en lo que vemos, oímos o pensamos, sino en lo que Él ya afirmó: “En el mundo tendréis aflicción, mas no temas, yo he vencido al mundo”, “más grande es el que está en nosotros que el que está en el mundo”. La fe es LA CERTEZA DE LO QUE SE ESPERA Y LA CONVICCIÓN DE LO QUE NO SE VE. Es la confianza absoluta en que lo que Dios ya ha dicho y esperamos, será, sin duda alguna, y el entendimiento de que las bendiciones que hemos obtenido y batallas que ya hemos librado en el mundo que no se ve, se hacen realidad en nuestro entorno cotidiano.