Es esa tristísima envidia, esa inseguridad propia profunda, esa incapacidad de enfrentarse contra sí mismo, sus defectos y cualidades, reconocerlos, abrazarlos, asumirlos, liberarlos.
Es la villana de Mean Girls. Es la Cruela de vil. Es la bruja de blancanieves y todos sus varientes, tipos, etc.
Es ese nefasto egoísmo. Ese cruel hedonismo. Esa triste sonrisa que cubre vacíos enormes. Es esa insensatez.
Se traduce en el bully, en la abusiva, el desgraciado de Señorita Laura, el que pierde en Caso Cerrado, el villano de todas las sagas de James Bond. Es otro de los malestares de nuestra sociedad.
Es la niña que todo lo tiene y quiere (y seduce) al novio de la compañera más pobre de su clase. Es la soltera guapísima que le baja el marido a la señora de 50 años. Es el mocoso rico y malcriado que le quita el carrito al hijo de la empleada. Es el David que se fija en Betsavé...y eso que era David.
Todos pasaremos por esa etapa en algún punto de nuestras vidas, el punto es superarlo, ¿no?