miércoles, 20 de julio de 2011

Pagando los platos rotos y viendo mis contradicciones

Quizás en las letras encuentro un receso de tantos pensamientos. Como que los universos paralelos que parecen entretejerse en mi mente, convergen en un único lugar, en un único espacio a medida que escribo.

Creo ha sido uno de los días más confrontativos (¿se puede decir así?) de mi vida. Me he estrellado contra mí misma...me he encontrado con mis contradicciones, mis contrariedades, mis errores, y algunas julyadas. Todos los días vemos cómo somos incongruentes, pero nos damos concesiones, pensando, ah, pues a la siguiente no lo hago o, ay ni que fuera a afectar que me contradije. Sin embargo somos eso que pensamos y eso que decimos. Si no hay congruencia entre ambos, entonces no hay congruencia en nuestra vida, en lo que hacemos, en cómo existimos.
Ya entendí que la gente crece y no sólo no cambia, sino que se aferra a la mala o buena, eso no importa, historia que ha vivido...convirtiéndola en dogma y en paradigma que profesa y ejemplifica uniformemente (ahí sí hay congruencia, pero no es adrede) hasta que encuentre algo lo suficientemente pesado que la haga cambiar de opinión (que la verdad no pasa mucho).
Con el paso del tiempo me he dado cuenta que todos terminamos pagando los platos y vasos rotos de otras personas. Quizás uno mismo cuántas veces no habrá hecho pagar a los demás por lo que alguien dentro de uno rompió...
Independientemente de los motivos, de las razones, de la validez de estos, lo único que estamos haciendo es tejer una gran red de "payback is a b%$8#". Todos queriéndonos "cobrar" las majaderías que otros nos hicieron, lastimando a los subsecuentes eslabones en esta ridícula cadena que parece perpetuarse y crecer desmesuradamente dentro de los corazones de miles de personas cada minuto.
Empezamos a probar, qué tanto aguantan los demás y si bajo nuestros parámetros, tan estudiados y objetivos como el "agua que se tantea a los tamales", consideramos que no pasan nuestras pruebas, entonces proseguimos a buscar la manera de amedrentar su espíritu y reducir su estima de la manera que mejor nos sea posible (todos lo hemos hecho...de una u otra forma lamentablemente...). Cabe destacar que para que cualquiera si quiera pueda entrar en un periodo de prueba tiene que necesariamente tener un grado de vulnerabilidad con un valor superior a 7 en una escala de 1 a 10 (estadística obtenida de donde vienen el 90% de las estadísticas), es decir, que el que pone a prueba sepa de dónde cojea y qué le duele...para poder proseguir con la fase de amedrentarlo e ignorarlo.
No entiendo por qué pasa esto, pero así es. Te dañan y por lo tanto dañas. A veces a conciencia, otras veces ya en automático, ni si quiera te tomas la molestia de razonarlo, simplemente por inercia lo haces...llevas tanto haciéndolo...
Lo curioso es que a pesar de eso todavía existimos unos pocos que estamos dispuestos a ser probados, a vulnerabilizarnos, si es que existe la palabra, y a arriesgarnos a ser amedrentados...porque...ah...creo que jamás podré describir adecuadamente ese por qué...para otra ocasión lo dejo.

El punto es que me equivoqué de dos maneras, y por ambas lloré...por eso fui por la tarde a ver patos en ese canal cerca de mi casa, encontrándome algunas ratas y pájaros en el camino....dejando algunas lágrimas en ese destino.

Fool me once, shame on you; fool me twice...am I stupid or something?