domingo, 10 de febrero de 2013

Evangelio culpable

Quizás el pecado de muchos, que con afán de seguir la voz de Dios han complicado la llegada de otros tantos delante de Él sin involucrarlo mucho, ha sido dejar muchos de los conceptos que fueron la base de la Fe en Jesús como abstractos. Nos hemos quedado en un evangelio completamente teórico y muchas veces etéreo, hermoso en sus palabras pero vacía en su practicidad. Como una buena clase de filosofía. Como una conversación con un psicólogo. Pero la gente no necesita más teoría. Ya la tiene, en todas partes. En los programas, en sus hogares, en la radio...tenemos motivadores masivos. Y tantos domingos escuchamos hablar de los milagros de Jesús, y más de una vez habremos oído el "y ustedes harán cosas mayores", promesa que Dios dejó en sus deseos. Pero escasos son los que hacen caso de esa verdad. Y aunque ahora no creemos en que Dios sólo nos premia si hacemos bien o castiga si hacemos mal, y aunque ahora de hecho sabemos que somos hijos de Él y que tenemos acceso a todas sus promesas, palabras de vida, bendiciones...seguimos en una etapa completamente discursiva de nuestras convicciones. No hemos sido lo suficientemente seguros como para ejecutar sus instrucciones y hacer milagros. Y el mundo necesita milagros...los enfermos necesitan ser sanados y los muertos deben ser resucitados. Las almas están hartas de discursos motivadores, están cansadas de palabras de afirmación sin obras que las respalden...políticos, profesores, padres, hermanos e hijos habrán dicho tantas cosas y no actuado conforme a ello. Cuando nosotros hablamos en nombre de Dios y no hacemos conforme a lo hablado estamos nada más reforzando este sentimiento de insatisfacción, desilusión y tristeza que las personas ya traen en sus pensamientos, pero ahora haciendo que sobre Dios descanse esa culpa.